IA y creatividad: el futuro que ya está transformando nuestras ideas
En un auditorio colmado de mentes curiosas y creativas, Mustafa Suleyman (CEO de Microsoft AI y cofundador de DeepMind) y Colleen DeCourcy (ex CCO de Snap, Inc. y Wieden+Kennedy) compartieron una conversación poderosa, cargada de visión, advertencias y entusiasmo en el marco de Cannes Lions 2025.
Desde el comienzo, quedó claro que la inteligencia artificial no busca reemplazar la creatividad humana, sino expandirla. La clave está en entender cómo convivir con estos agentes inteligentes que cada vez se asemejan más a verdaderos compañeros: asistentes con EQ, IQ y AQ que pueden pensar, razonar, emocionarse y, sí, equivocarse también.
¿Qué significa convivir con la IA en la creatividad?
Suleyman habló sobre la aparición de las “IA compañeras”: sistemas capaces de acompañarnos en tiempo real con respuestas empáticas, conscientes del contexto y capaces de ayudarnos a crear desde lugares inesperados. Esta nueva relación transforma la clásica lógica de “input/output” por una dinámica colaborativa.
“¿Cómo introducir amabilidad, empatía y respeto en un modelo de lenguaje? Esa fue una de nuestras primeras obsesiones”, compartió Mustafa.
Y es que según Suleyman, los grandes avances llegaron gracias a la ambigüedad y la imprecisión, esos momentos de “error” que resultan ser tan creativos como un chispazo de inspiración humana.
El rol del error: creatividad a través de la imperfección
Colleen lo definió como el “happy accident”, ese accidente feliz que muchas veces dispara una idea brillante. Para Mustafa, los modelos que cometen errores no son un fracaso, sino una oportunidad de exploración creativa. Así como las redes neuronales humanas funcionan con conexiones complejas y no lineales, las redes artificiales también deben permitirse el caos para generar nuevas conexiones.
“Es ese lugar intermedio, entre conceptos simbólicos, donde habita la creatividad”, sostuvo.
¿La IA democratiza la creatividad?
Ambos coincidieron en que el acceso masivo a estas herramientas cambia radicalmente las reglas del juego. Ya no es necesario escribir código para crear; basta con saber qué se quiere hacer. La barrera de entrada se reduce y el campo de juego se nivela: cualquiera puede producir, pero no todos podrán generar impacto.
Por eso, la curaduría, la marca y el criterio seguirán siendo diferenciales clave. Más que nunca, el rol del creativo no está en generar la primera idea, sino en elegir la mejor entre millones.
¿Qué deberíamos hacer ahora?
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Adoptar estas herramientas como parte del flujo diario de trabajo.
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Comprender que la calidad crecerá, pero también la cantidad de contenido irrelevante.
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No temer al caos: la IA no elimina la fricción, pero nos obliga a reubicarla.
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Apostar a la autenticidad como valor central: lo humano sigue importando más que nunca.
Una visión para el 2030
Mustafa dejó una imagen final que aún resuena: la creatividad y la inteligencia serán infinitas y abundantes, pero eso no significa que todo será mejor. Habrá más competencia, más posibilidades, y también más ruido.
“El futuro no se trata de crear una súper inteligencia que reemplace a los humanos, sino de potenciar nuestras capacidades con herramientas que estén a nuestro servicio.”
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